lunes, 27 de septiembre de 2010

La vuelta al cole:

Volvemos a la carga. Sé que prometí una pequeña lección (o escrito mejor dicho ya sea por pura modestia o la imposibilidad de darles una verdadera lección) para novatos sobre la Constitución Española, pero por desgracia, tendremos que dejarlo para otra ocasión.

Hoy voy a hablarles de algo más ameno. En efecto, voy a hablarles cómo habran intuido de la vuelta a clases. El retorno a la Facultad de Derecho...

¡Prometo no quejarme!¡Prometo no ser negativo!¡Y mucho menos ironico! Bueno, no , no prometo nada, que a la vista está que al igual que un padre ocupado ya prometí algo que aún no he cumplido, por suerte nadie vendrá a llorarme por ello.

La vuelta a la facultad comienza igual casi todos los años: Con la matriculación. Hacer la matrícula suele constituir para el 90% del alumnado una Odisea enorme en la cual Zeus toma el nombre de Automatricula. En efecto, ella será quien nos ponga las primeras trabas.

Si no se les cae una media de dos a tres veces, o al final del todo no se percatan de que deben corregir un error y por tanto editarla; si nada de eso ocurre, señores mios, entonces es que no son humanos o les ha sido concedido el favor divino.

Pero más divertido que todo eso lo constituye el hecho de que hacer la matricula via online no implica que ya este entregada, para nada. Además de hacerla e imprimirla deberán acudir a su facultad a entregarla.

En mi caso me atendio un muchacho. Un joven alegre de buen trato. Pero mi leve sonrisa cordial ante el pizpireta muchacho se desvaneció cuando al entregarle la beca adjunta me preguntó insistentemente si no debía cumplimentar un campo vacio que era concretamente el referente a mínusvalias y otras situaciones excepcionales, las cuales te conceden casí de golpe la beca por norma general, algo que evidentemente cualquiera rellenaria casi lo primero.

Pero la cosa no paró ahí. Tras explicarle yo mismo el porque no debía cumplimentar eso, el joven empezó, cómo dicen en Cadiz, ha acerse la picha un lio con los papeles que debía quedarse y los que yo debía quedarme.

Dónde yo me esperaba un joven resuelto, capaz y de trato alegre, me tope con un chico que estaba más desinformado que yo (olé las narices de los chicos de recursos humanos).

Con bastante desconfianza en el cuerpo revisé cuidadosamente cada uno de los papeles y me vi tentado a memorizar el rostro de aquel muchacho por tener a mano algún responsable en caso de que la beca me venga denegada por falta de documentación. No obstante, uno ya sabe más por viejo que por pre-jurista y es consciente de que eso sirve de poco, cómo mínimo sirve de menos que ejercer MI derecho a reclamar e interponer un escrito en un plazo de quince días tras la denegación de la beca, en el cual adjuntaré todo aquello que falte (Prescripción y caducidad, dos elementos del Derecho Civil que amaré eternamente).

Tras toda esta pequeña Odisea nos topamos con el inicio de clases las cuales temia.

¿Por qué? Pues me esperaba que me dijesen claramente que seguiriamos en el plan de siempre. Que eramos nosotros, los manuales y el examen. Grata sorpresa la mía al encontrarme en un panorama distinto.

Les pongo en situación. Llevo cursados dos años de carrera, por tanto este es mi tercer año y me matriculo con un tope de asignaturas de hasta tercer curso. Hasta ahora ya fuese por falta de base o capricho del profesor responsable me veía sometido a un sistema de trabajo que consistia en la tediosa clase magistral, actividades complementarias inútiles (a excepción de las Areas de Penal e Internacional que me suscitaban cuestiones a mi parecer interesantes) y cómo no, el examen.

Cómo ven un panorama desalentador que hoy se ha tornado algo más curioso.

Mi primera clase, ha sido introducción al Derecho Procesal. El profesor, cuyo nombre no citaré por respeto, me ha resultado un excentrico señor geniunamente inteligente. Pero aparte de toparme con tal personaje (desde el buen sentido de la palabra), mi mayor sorpresa fue la inexistencia del examen.

Aquel señor me proponía ganar el aprobado a base de trabajo diario en clase. Me estaba garantizando que mi trabajo diario constituiria una nota. Ya no se trataba de un esfuerzo cómo es estudiar previo examen. Más bien se trataba de un trabajo tutelado por el profesor que constituiría un reconocimiento real, al contrario que ocurre con los meros examenes.

Para mi el esfuerzo diario en las practicas constituye un metodo de aprendizaje infinitmente superior al consistente en ser un alumno seta que se nutre por sonidos de lo que dice el profesor tomando apuntes cual escriba de la Edad Media.

Pensaba que ya no me quedaba nada para sorprenderme en todo el día. Pero claro, yo no contaba con mi profesor de Administrativo y sus pretensiones de enseñarnos a golpe de practica y no de libro. Bastante animado me decidí por escoger una modalidad presencial mientras me decía a mi mismo “Esto es justo lo que necesito”.

Despues llegó Comunitario, dónde se llevo a cabo una repetición de la jugada. No voy a insistirles más en lo que para mi supone la necesidad de una practica, de que de verdad el alumno tome un rol activo en las clases y no la mera parsimonia de esperar que las horas mueran hasta abrir un libro y comenzar con la memoristica.

Lo cierto es que, cómo daba a ver en mi ultima entrada, andaba bastante desilusionado con la carrera en general. No obstante al haber conseguido avanzar aunque sea a golpes, me he percatado de que he topado con el siguiente nivel del juego y esto alimenta la pasión y las ganas que todo jurísta ha de tener. Sin amor por lo que hacemos no somos más que seres vacios.

Ahora entiendo los anuncios de la vuelta al cole del Hipercord, sus niños felices y demás. Así pues mañana iré bastante contento a recibir mi segunda clase de procesal y deseoso de asistir a oir las lecciones de Penal II, que aunque no he podido matricularme aún, conservo la esperanza de poder matricularme en la ampliación de matricula allá por finales de Diciembre.

Con todo este “latazo” tan personal no quiero darles a ver mi vida. La intención no era escribir un pequeño resumen de mi día, sino más bien hacerles ver que aunque vean las cosas se pongan negras en algún ambito de su vida (y más concretamente de sus estudios), sean pacientes pues lo mejor no siempre aparece al principio, hay que escarbar más y más.

Animo para todos los estudiantes que empiezan la universidad. Al principio puede parecer aterradora y según avancen incluso desilusionadora, pero cómo pueden observar, sólo es cuestión de caminar un poco y acabarán por encontrar algo que les incite a seguir y luchar por sus pasiones.

Un cordial saludo.



2 comentarios:

Sara V. dijo...

Amigo:
¿Qué sería de la Facultad de Derecho sin esas peripecias dignas de un inicio de curso?
Aún nos queda mucho por hacer. ¡Ánimo!

Pensando en Derecho: dijo...

Gracias compañera. Espero con inquietud tu próximo aporte a este Blog ¡A ver con que me sorprendes!